Cuando el antojo le gana a la fiaca

24/10/15

Ponele que un sábado vas a Sabe la Tierra y compras unas naranjas increíbles. El jugo está tan rico que te dan ganas de comerte hasta la cáscara.
Ponele que leíste a Lucía en los #trestips diciendo la cantidad de porquerías que tiene la cáscara de los cítricos, y que cuando accedes a fruta orgánica hay que aprovechar la cáscara. Ella decía rallarla y freezarla (cosa que hice) pero de verdad hay  mucha cáscara y te da lástima tirarla.
Ponele que sos fan de las cáscaras de naranja confitadas pero alguna vez leíste que hacerlas es un perno.
Ponele que ves la pila de cáscaras de naranja ahí y te debatís entre encarar la laboriosa tarea de hacer la confitura o irte a ver un capítulo más de The Good Wife en Netflix.
Ponele que la antojada le gana la pelea a la fiaca.
Entonces pasa esto:




































Una vez tomada la decisión, la chica del TOC abre Google y busca recetas. Ve muchas pero muchas muchas páginas con recetas y no encuentra ninguna que le termine de cerrar.
(N. de R.1: no termino de entender el concepto de que la pastelería es una ciencia exacta... nunca hay una sola manera de hacer las cosas!!!!)
Leo cosas realmente complejas, tales como dejar toda una noche las naranjas sumergidas en sal. Leo que hay que darle muchos hervores (unos decían 4, otros decían 10) y que entre uno y otro hay que dejar pasar varias horas, incluso días (OK, no es que nada de eso sea realmente complejo, para la chica del TOC también tiene cierta ansiedad). 
Decido entonces hacer mi versión. Si no hay una sola receta, sino miles, pues que sean mil y una.
Y acá está mi versión:

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MENOS MAL QUE SOY DE GEMINIS. Todos los derechos reservados. © Maira Gall.